Hoy en día las ventanas son un elemento que vemos a diario y apenas se le presta atención pero se trata de un objeto que lleva acompañando a la humanidad desde su origen.
El origen de las ventanas puede encontrarse en las aperturas de las cuevas en las que vivían las primeras civilizaciones. Aunque no se trataba de ninguna construcción, servían de entrada de luz y aire al interior de la cueva. Se puede decir que son ventanas naturales que buscaron las poblaciones sedentarias para una mayor comodidad en sus hogares.
Con el paso de los años, se pasó de buscarlas de forma natural a fabricarlas, apareciendo como elemento arquitectónico. Se diseñaban rompiendo la piedra, ya se comenzaba a buscar una buena orientación de la apertura para mejorar la hospitalidad del hogar.
No fue hasta la Edad de Bronce, aproximadamente 4.000 a.C., cuando comenzaron a cubrirse estos orificios. Fue entonces cuando empezó a desarrollarse la función que hoy día se le da a la ventana, el aislamiento. En esta época usaban pieles de animales estiradas para taparlas. El hecho de estirarlas era para que la traslucidez fuese mayor y la ventana siguiese teniendo su función de iluminación de interiores.
El pueblo fenicio, desarrollado entre los siglos X y V antes de Cristo, supuso un gran avance para las ventanas, gracias a la fabricación de vidrio traslúcido. Es entonces cuando comienza el periodo moderno de las ventanas.
A pesar que la invención correspondiese al pueblo fenicio, fueron los romanos quienes explotaron este avance y quienes comenzaron a usar el vidrio en los edificios. En España, por su ocupación romana en la época, aún se conservan restos de explotaciones de yeso selenítico, material utilizado para generar el vidrio.
Los procesos de fabricación del vidrio han variado mucho pasados los siglos pero, sin duda, todos estos pueblos tienen un gran valor en la historia del desarrollo de las ventanas.